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Un proceso en el que la mirada es sustituida por la visión.
El océano pacífico es un inconsciente el más grande y profundo de la Tierra.
Un suspiro de belleza en la algarabía de la pescadería, puede ser un océano pacífico.
Océanos pacíficos para mí son, las nubes blancas, inmensas, de vapor de océano y querubines que, a veces, flotan sobre nuestras cabezas.
También, una sonrisa que te inunda la cara y te sorprende como cubo de agua fresca, recordando una loca décima de segundo de la vida.
O, una mirada cómplice a cámara lenta con conato de saludo de alguien agradablemente extraño que pasa a toda velocidad.
O, como es el caso, trabajar enjugascado, como gato pardo en modo alevosía energúmena, reclamando mi derecho a la noche, mientras mis diosas duermen en paz oceánica.
Estas imágenes son gotas de agua de lluvia, que llueven sobre océanos mojados.
Ya quisiera yo explicar eso.
Al caer, lo que sí sé, es que fabrican ondas concéntricas en mis aguas.
Lo sé porque soy surfista de ondas estéticas en la las pacíficas aguas océanas.
TC trabaja básicamente recogiendo huellas a través de la fotografía, aunque utiliza también las posibilidades poéticas de la escultura y la instalación
En MODELOS PARA HUIR, trabajo que presenta para el proyecto “en route” Berlín plantea una duda en relación con el problema del cierre de las fronteras tanto físicas como psíquicas. El modo en que a cada nueva frontera se le hace corresponder la construcción rápida y desesperada de máquinas y estrategias de guerrilla que permitan descerrajar las barreras para huir clandestinamente hacia la pretendida libertad...
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